Preparate un plan de vuelo, que en 15' salís solo.... Frase tan simple y tan shockeante a la vez, especialmente cuando cae de sorpresa recién llegados de realizar unos circuitos en el 152 con tu instructor. Hasta ahí era un día normal...
Salís solo, realmente estas palabras no me las ví venir, no son precisamente de esas que esperas oír un día normal y corriente. Qué pasa si algo sale mal estando allá arriba solo? Se me revolvía el estómago, una mezcla de euforia, nerviosismo, adrenalina, y por qué no...c*gazo. De cualquier forma, sabía perfectamente que los nervios no me iban a ayudar en nada allá arriba. Al contrario, empeorarían las cosas.
Lo hice decenas de veces..., repetir esa frase para mis adentros me tranquilizaba un poco.
Anyway, pensándolo mejor, si quería sobrevivir al Cessnita y llegar al final del día, claro está, decidí tomarlo como un día rutinario. Una vez en la sala de pilotos, busqué la carta VFR correspondiente al TMA Baires y comencé a delinear mentalmente un trazado por los alrededores de Morón. No me iba a extender demasiado, con 20 min. en la montaña rusa de emociones alcanza y sobra, pero a la vez quería alejarme un poco de los tantos Pipers y Cessnas que salían continuamente a realizar circuitos. No está de más un margen extra...
Guiándome por las vías del ferrocarril, mi idea consistía en llegar al corredor visual N° 10 y a la altura de Marcos Paz, poner proa a San Justo. De allí, ayudado con el VOR PAL para "embocarle" mejor, volvería a Morón. Mantendría 1500ft de nivel para no perder de vista las referencias visuales. La teoría funcionaba, veremos la práctica...
Con la carta y algunas anotaciones en mano, me dirigí a plataforma, donde descansaba el avión. No sé si seré yo o el avión, pero es increíble lo grande que luce el 152 en esta particular ocasión...
Mi instructor, que aún permanecía en el avión, me brindó asistencia durante los chequeos de la aeronave. Combustible, aceite, superficies de control, todo estaba en orden. De a poco iba recobrando confianza nuevamente. Me despedí del instructor e ingresé a bordo. Sentarse en la butaca se sentía reconfortante, y de los nervios pasé a la euforia. Con la batería encendida, abro la mezcla y con un giro de los magnetos pongo en marcha el Lycoming.
Rodaba el avión lentamente. Me sentía dueño del tiempo. Vamos a aprovechar el largo stopway de la cabecera 19 y realizaremos un despegue de campo corto. Cuando alineé el 152 con la pista, ajusté flaps, respiré hondo y sin pensarlo demasiado, dí motor. Así como las RPM aumentaban, se abalanzaron sobre mí un sinfín de emociones. Todo sucedió muy rápido. Cuando recobré los comandos, el avión prácticamente ya estaba en el aire...

Quité flap y ajusté el pitch para mantener unos 60knts en ascenso para 1500ft. Con asistencia de mi ojímetro, me mantuve paralelo a las vías del tren y busqué el rumbo hacia el corredor visual.

Pasamos sobre Merlo y con una pequeña corrección hacia la izquierda puse rumbo 214°. Localidad de Mariano Acosta y, a continuación, Marcos Paz, siempre siguiendo las líneas férreas. Hacia la derecha se lograba visualizar el aeródromo de esta localidad. Fueron muchas las cosas que me pasaron por la cabeza, sin embargo la euforia desaparecía y me concentraba en mi tarea. Con verde que se perdía en el horizonte, inicié un prolongado viraje a la izquierda para poner rumbo 070° proa a San Justo.
Ya sobre el Aeroclub Argentino, realicé un nuevo viraje a la izquierda. Sintonicé 115.2 y con ayuda del VOR Palomar encaré decidido a Morón. La visibilidad era óptima y no tardé en tener a la vista ambos campos.
Abandoné la navegación radioeléctrica y puse proa a El Palomar, mientras repasaba los datos de meteorología, sobre todo de los vientos, un factor importantísimo a tener en cuenta en una aproximación visual.

Voy a realizar una aproximación de 90 grados, por lo que comienzo un descenso a 500ft para entrar en inicial. Ferpectamente paralelos a la pista de Morón. Dicen que los buenos aterrizajes vienen de buenas aproximaciones. Vamos a comprobarlo. Tomo todo con calma, hasta ahora todo marcha prolijamente como un reloj. Voy preparando la vaselina para el aterrizaje? Nah, me voy a limitar a hacer lo justo y necesario. Hoy no es día para hacer gansadas solo para hacerse el canchero. Suficiente con que sobreviví al Cessnita. Lo único que me faltaría es hacer un bote en la pista y comerme un sinfín de gastadas en tierra por parte de compañeros e instructores...además de la mezcla que habrán preparado para bañarme en cuanto ponga un pie en tierra...

Realizo el viraje de inicial a básica. Una vez con las alas niveladas y perpendicular a la pista, reduzco potencia y comienzo el planeo. Ajusto el compensador. Y finalmente, próximos al eje de pista, realizo el viraje de cambio de frente y entro en final. La sensación de alivio es indescriptible cuando ves la pista alineada perfectamente frente al morro del avión...

Creo que esta es la etapa del vuelo que disfrute más plenamente. Ya sin nervios, con toda la confianza del mundo, sentía como si estuviese andando en bicicleta por mi barrio. Hice un pequeño flare y dejé que el 152 aterrizara por su cuenta.
No fue tan grave, me decía para mis adentros, en un tono que paseaba entre lo trágico y lo cómico. Pero faltaba algo aún más critico que el vuelo en sí. Arriesgarse a poner un pie en tierra y simplemente esperar la lluvia de quién sabe que mezcla que habrán preparado los giles de mis compañeros para festejar mi regreso en una sola pieza. En este momento me lamenté seriamente, ¿Por qué no me habré hecho bosta con mi querido Cessnita?
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Saludos y muchas gracias por leer!
Abrazo a la banda de simulada!,
Fede.-